sábado, 30 de junio de 2007

Certamen Literario 2007

PROSA : 3º PREMIO LUIS PARDO

UN JUEVES QUE VIENE


Doce y media de la madrugada de un jueves magistral. Me encanta andar con las manos en los bolsillos. Me gusta mirar como mis pies se van adelantando uno a uno con el ánimo menos competitivo que puede existir. Pienso y recuerdo como he cerrado la puerta de casa ligeramente atrancada por la humedad que trajo la primavera. Sonrío por ello, y llego a la conclusión de que sonrío por casi todo y eso solo puede ser síntoma de que casi todo me hace sonreír. El suelo esta húmedo. Tal vez sea porque ha llovido, tal vez a la máquina que limpia las calles le halla tocado trabajar no hace mucho, pero ante tanta simpleza, prefiero inventarme una historia sobre aspersores en todos los áticos de la ciudad y reírme de mis propias conclusiones. Hace una noche estupenda, la temperatura justa para llevar las manos en los bolsillos. Me cruzo con una pareja con dos niños. Uno de ellos se me queda mirando y me persigue con esos ojos que nunca parpadean. Muevo la mano en señal de que he recibido su contacto visual y que soy conocedor de ello, el niño intenta aguantar la mirada, en ese atisbo de comunicación una mariposa se cruza en su camino y ahora es a ella a la que persigue. Los niños son seres que absorben información. Me complace ver que prefiere la información que le pueda dar una mariposa a la que yo le pueda ofrecer. Me hace gracia, yo a menudo actúo igual. Engrandecido por las circunstancias abro las manos y respiro, andaré dos puentes más y me adentraré en la maraña de gente que trae la noche con la sola arma de mi móvil y mi encanto.

Llego a la plaza, me gusta que sea tan grande, muchas veces me imagino el lío tremendo que podría amarse si trataran de abrillantar el suelo. Seguramente viniera de propio para ver como se organizaban decenas de abrillantadores soltados sin control. Pero en fin prefiero dejar de divagar y comenzar a silbar un poco. Entro en un bar; hoy he decidido probar suerte, siempre me encuentro a gente conocida, prefiero salir sin planes. Abrazos, recuerdos y cervezas entre batallas y batallas. Eduardo, Carlos, Javielo, me encanta encontrarme gente. Brindamos por estos momentos que fueron y serán nuestro sustento durante algunos años más. Entre risas y risas levanto la mirada y me gusta lo que veo. El bar no está muy lleno, incluso puedo estirar los brazos y hacer chistes que necesiten escenificación. Mi cerebro asimila una nueva información, he visto algo precioso con cuerpo de mujer y regalaría tres dedos de mis manos por que me brindara una sonrisa de complicidad. Tras muchos años de deseducación aun me sigue quedando algún resquicio de información humana, así que involuntariamente y sin darme cuenta hasta pasados diez o quince segundos, comienzo el posicionamiento del pavo, es decir, me hago notar, alzo la voz un poco más, y actúo como si me miraran en un teatro. Tengo que apurar más mi deseducación, en ocasiones no me gusta ese comportamiento automático. Enfadado conmigo mismo por esto y engrandecido por el niño y la mariposa, me giro. He tenido un comportamiento no digno de ella y he de regalarle su contrario en compensación. Me mira y el tiempo parece parar. Es como si un foco la alumbrara solamente a ella, pero es tan ficticio y agradable como los abrillantadores y borro el foco como si mi cerebro fuera el paintbrus. Me acerco sonriendo, mi sonrisa tal vez no sea preciosa pero me da un aire inofensivo, y ella sonríe también. Esa sonrisa no se paga con dinero. Deja que me acerque, no existe ni un esbozo de tensión, mis labios están escasos centímetros de su oído y a pocos momentos de su oreja, mi mejilla acaricia la suya y eso provoca que nuestros capilares ser ericen como gatos. Mientras estamos pendientes de sentir el escalofrío sensacional de esta electricidad perfecta, mis primeras palabras comienzan a salir por mi boca con el tono más suave que soy capaz de pronunciar.
- Perdona que te moleste, pero eres lo más precioso que he visto en mucho tiempo y no me perdonaría irme de aquí sin decírtelo, no me gustaría ser otro pesado más. Solo quería decirte que me ha encantado verte y que no sería justo que te fueras a casa con el riesgo de que no te hallan dicho al menos una vez que estas preciosa. Para lo que te haga falta, no tienes mas que silbar.
Cuando me gire pensando que al menos ya había cumplido con el honor de haber hecho lo adecuado para el orgullo de uno mismo, la diosa Fortuna, como no puede ser menos, obro para surcar un futuro mejor. Comprobé el hecho insólito por el cual, agarrando el más pequeño de mis dedos de la mano, basta para girar toda mi persona, engrandecer todas mis ilusiones al ver que es ella lo agarra y soñar con expectativas mas dignas que uno mismo.
No es molestia en absoluto – susurró – puedes decírmelo todas las veces que quieras y seguramente nunca será molestia, muchísimas gracias, me llamo.... Y me brindo un beso en mi mejilla que aun en el alborozo de mis sentidos positivos acerté a cronometrar. Todo el mundo sabe que en lo referente a mejillas, un beso de menos de un segundo es para las presentaciones y más de tres segundos es teatralidad. Tal vez sean ilusiones más, pero puedo recordar 2,2 segundos con despegue suave, ese es sin duda el mejor de los comienzos. Hay veces que el momento de romper el hielo puede ser extraño o rodeado de presiones, pero cuando no notas el suelo en los pies y te tienen cogido del dedo más pequeño de la mano me hago candente para el hielo y liviano para las presiones, así pues sin miedo al miedo, me dejo ver y me dispongo de nuevo a susurrar mi sinceridad.
Me encantaría quedarme aquí contigo para hablar de cualquier tontería – y así fue. Quien recordará jamás todas aquellas conversaciones. Me prometí ser solvente y agudo en mis comentarios a bien de recibir una sonrisa y una mirada por cada uno de ellos, ese era yo en esos momentos, el hombre mejor pagado del mundo.
Recuerdo ligeramente algo de la música, tal vez alguna historia sobre la que hablamos, pero sobretodo, todas y cada una de sus sonrisas, aquellas miradas de total correspondencia mientras mi mano rozaba la suya tras de su espalda. Una maravilla. Y añadir notablemente que por mucho que algunos individuos de esta sociedad no lo sepan tratar de manera adecuada, y poniéndolo a la altura de cuantos gestos y cariños se presenten, sin duda alguna el sexo es maravilloso y como tal hay que tratarlo y practicarlo. Sin entrar en detalles sobre alardes de flexibilidad ni vigor, los cuales ya dependen de la capacidad de cada uno y sobre las capacidades no es bueno comparar, sí comentar las actividades, pues todas las caricias fueron cariñosas, todos los momentos de lujuria deliciosamente lujuriados, todas las miradas encantadoras y en todos los besos hubo una entrega y una rendición. Ya lo dije, una maravilla. Entre sueños y abrazos dejo que mi mente vuelva a divagar mientras acaricio su espalda postrada en mi cama, se nota la respiración profunda y calmada que lleva a mi mano entre subidas y bajadas recorriendo su piel. Le permito a mi dedo más pequeño de la mano del placer de recorrer su hombro mientras mi cabeza se incorpora ligeramente para ver como duerme con cara de placidez. En ese momento me doy un baño en la fuente de mi orgullo y pienso que no puedo ser tan pequeña persona como yo creía si soy parte culpable de esa sonrisa que asoma mientras duerme. Y en ese momento donde comprendo otra de las cosas más importantes de la vida. Aquel niño que siguió su mariposa cuando yo creí ofrecer más. Ocupo su lugar y me uno a su causa añadiendo que con internet en el enchufe, diez canales en la tele y todo un mundo con millones de personas al otro lado de la ventana, yo personalmente, no pienso dejar de mirar esta sonrisa...

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