sábado, 30 de junio de 2007

Certamen literario DFA 2007

PROSA : 2º PREMIO JONATAN BADAU MAZAS

LA FÁBULA DE LA VIDA



Allí; justo al final de la verde y hermosa ladera, salpicada por lindas flores, unas blancas, otras rojas, azules, amarillas, moradas; en la parte más alta de la colina donde acaba el inmenso mar de hierba fresca, al otro lado del riachuelo de aguas cristalinas que mostraban las pequeñas piedras del lecho, redondeadas, cubiertas por verdosas algas; a la sombra del frondoso árbol, después de la gran roca dominada por el musgo, y debajo del seto de espinas; con una presencia casi imperceptible, pasaba la vida.

Estaba triste, pensaba y pensaba, no sabía que hacer, ni en qué quería convertirse, ya lo había intentado todo, ser esto o aquello, ya todo le parecía igual.

Aunque no se arrepentía de todo lo que había creado; y todo le parecía maravilloso; no se encontraba a gusto, sentía como si le faltara algo. No lo entendía, por que a todas las cosas bonitas, hacía tiempo que les había dado el empujón de la existencia, poniéndolas aquí, ó allí, ó más allá, con la idea de que así el resto, pudiera mirarlas y se quedara prendado de sus encantos.

Y pensando, y pensando, se dio cuenta que era obvio que faltaba algo. Todo era tan y tan bonito, que las cosas comenzaron a dejar de ser bellas, pues no podía distinguir entre una y otra, y todas eran tan perfectas que, el sobrecogimiento era tal, que no le dejaba un ápice de sí para disfrutarlas.

Así que con ímpetu y arrojo se dispuso a crear y convertirse en lo que faltaba. Sería la cosa más fea y horrenda que jamás se habría visto, pues, de esta manera, el resto de las cosas volvieran a ser bellas y todo volvería a ser tan bonito como antes.

La cosa, no era de ningún reino en concreto, ni animal, ni vegetal, ni mineral, tenía un aspecto que recordaba a un pulpo, pero de color gris; no podía moverse, pues no tenía ni patas ni pies, y tampoco podía deslizarse ni volar, pues estaba amarrada al suelo por alguno de sus tentáculos. En lugar de ojos, la cosa, presentaba unos cristales por los cuales veía todo lo que ante ella pasaba. Por unos orificios que tenía detrás, iba soltando continuamente, una masa viscosa y marronacea, resultado de la mezcla del barro que absorbía y de las pocas cosas que llegaban a su especie de boca, sin dientes, pero con una larga lengua sólida que utilizaba de arpón.

Tomando esta forma, retornó a su estado de felicidad, pues veía como el resto de las cosas: flores, piedras, peces, camellos, árboles, cascadas, montes... todo, brillaba y resplandecía hermosura al lado de semejante cosa. Estaba rebosante de alegría; aunque a veces, notaba como el resto, al observar su creación, tenía reacciones diferentes, unos haciendo un corro a su alrededor se reían de lo fea que era; otros, ni siquiera se acercaban, pues tenían miedo al contemplar cuan horripilante podía llegar a ser.

Así que se preocupó por su creación, porque a pesar de todo, tenía la buena voluntad de que todas las cosas pudieran existir en armonía. Le preguntó como creía que estaba siendo su existencia. Ella, con resignación, contestó que no era fácil soportar todas las cosas que le ocurrían, como conocer el desprecio, la humillación; y que además ella tampoco quería infundir miedo entre los demás.

De esta manera se retiró a pensar y pensar cómo solucionar el embrollo que había creado a la vez que su criatura. Y la verdad es que no era nada sencillo, puesto que no podía volverse atrás, pues lo hecho, hecho se quedaba. La había creado fea a conciencia, con el propósito de que el resto de las cosas resaltaran por su belleza ante lo horrendo de su creación. Y lo consiguió. Sin embargo, pensando y pensando, se dio cuenta que el resto de las cosas no eran bellas por serlo, sino por compararse con algo feo. Y esto le dio la solución.

Fue directamente hacia la cosa y le dijo: -Tú, realmente, no eres fea ni horripilante, pues eres hermosa, eres hermosa en tu singularidad, y hermosa por ser exactamente como eres. Quizá no te parezcas a otras cosas qué conozcas, por ser única, y eso te hace pensar que eres fea, pero lo que has de pensar es que lo feo y lo bello están entrelazados, y si no existe una cosa no existe la otra. Yo te hice así, y sin embargo te redimo de que te sientas fea, pues solo el que alberga un sentimiento de fealdad considerará a otro ser mas o menos feo, siendo que todas las formas son igualmente bellas por el hecho de existir.

Así, la cosa, comenzó a sentirse afortunada, pues, fuese como fuese, era el único ser que existía de tal manera en el mundo. Comprendió que no era tal y como decían los demás, y que no debía guiarse por las impresiones de los otros, sino que tenía que hacer caso a sus sentimientos, y el mayor sentimiento que se albergaba en ella, era el de ser feliz; feliz por vivir.

No hay comentarios: